La segunda acepción de monarquía en el diccionario de la RAE dice así: “Forma
de gobierno en que el poder supremo corresponde con carácter vitalicio a
un príncipe, designado generalmente según orden hereditario y a veces
por elección”.
Cierto es que a esta habría que añadir el apellido de
“constitucional” para ser mas consecuentes y no desvirtuar la definición
en si de dicha institución, es decir, “aquella en que el poder del
rey está sujeto a la constitución y la soberanía reside en el pueblo a
través de sus representantes”.
A nosotros, los republicanos, nos da igual el adjetivo desde el
momento que el rey, el jefe del estado, no emana de la voluntad del
pueblo soberano, ni del de sus representantes electos, sino del
espermatozoide mas rápido en fecundar el óvulo real. Lo cual no es la
manera mas democrática de elegir al Jefe del Estado y, en nuestro caso,
Jefe del Ejército.